lunes, 3 de noviembre de 2014

TEORÍA PSICOSEXUAL DE SIGMUND FREUD

BIOGRAFÍA
Sigmund Freud, que, a los veintidós años, habría de cambiar ese nombre por el de Sigmund, nació en Freiberg, en la antigua Moravia (hoy Príbor, Republica Checa), el 6 de mayo de 1856. En su edad madura, Freud hubo de comentar que la impresión que le causó esta situación familiar un tanto enredada tuvo como consecuencia la de despertar su curiosidad y aguzar su inteligencia.

La obtención de una beca para un viaje de estudios le llevó a París, en donde trabajó durante cuatro meses y medio en el servicio de neurología de la Salpêtrière. Bajo la dirección del más importante neurólogo francés en aquellos tiempos. De regreso a Viena, contrajo matrimonio en septiembre de 1886, En los diez años siguientes a la boda, el matrimonio tuvo seis hijos entre ellos A. Freud, psiquiatra de reconocido prestigio, sobre todo en el campo de psicoanálisis infantil.
Entre 1880 y 1882, Breuer había tratado un caso de histeria, En 1886, luego de haber comprobado en París la operatividad de la hipnosis, Freud obligó a Breuer a hablarle de nuevo del caso y, venciendo su resistencia inicial, a consentir en la elaboración conjunta de un libro sobre la histeria. Durante la gestación de esta obra, aparecida en 1895, Freud desarrolló sus primeras ideas sobre el psicoanálisis.


TEORÍAS DEL JUEGO
Freud considera el juego como medio para expresar las necesidades y satisfacerlas, liberando emociones reprimidas, done el niño/a puede expresarse libremente.

El juego es un medio de expresar impulsos sociales no aceptados.
Freud vinculo el juego a la expresión de instintos, más concretamente, al instinto del placer. Para Freud sueño y juego simbólico permiten un proceso de realización de deseos insatisfechos y estos símbolos lúdicos proporcionan una oportunidad de expresión a la sexualidad infantil, similar a lo que el sueño le proporciona al adulto.
Freud se vio obligado a modificar su teoría y reconoció, que en el juego actúan también las experiencias reales no solo las proyecciones del inconsciente y la realización de deseos. La presencia repetitiva de aquellas experiencias que habían sido desagradables o traumáticas requería de otro principio que el del placer.
Las experiencias desagradables en la situación lúdica, los acontecimientos no le dominan si no que son dominados. De espectador pasivo, el niño/a se convierte en actor y representa sus aspectos negativos, traumáticos.
Las teorías psicoanalíticas suponen, en líneas muy generales, teorías de las emociones profundas por lo que sus hipótesis y explicaciones resultan muy complejas. Podríamos decir que a lo largo de la infancia ciertos deseos son reprimidos durante el proceso socializador y los psicoanalistas consideran el juego como una de las maneras de dar salida a los citados deseos reprimidos.

OBSERVACIONES
El padre del psicoanálisis al observar a un niño de año y medio en una situación de juego, se dio cuenta de que manifestaba experiencias repetitivas que habían sido desagradables o traumáticas para él.
En el juego, el niño logra dominar los acontecimientos por los que pasa de ser un espectador pasivo a un actor que intenta controlar la realidad. Cuando un  profesor pregunta en clase a un alumno y este no sabe contestar, produciéndole esto una sensación de ansiedad, es muy probable que dicho niño convierta el contenido de la situación en el juego.
La explicación es bien sencilla: el niño disfruta viendo sufrir a un amigo por la misma experiencia que el niño en la realidad. De esta manera consigue dominar “la violenta impresión experimentada más completamente de lo que fue posible al recibirla”.
Estas características del juego suponen un excelente instrumento a la hora de diagnosticar y llevar a cabo una terapia de los conflictos infantiles. Al igual que sucede con el sueño (fusión de la vida psíquica social), el juego manifiesta fundamentalmente  dos procesos:
Uno, la realización de deseos inconscientes reprimidos cuyo origen está en la propia sexualidad infantil, y dos: la angustia que producen las experiencias de la vida misma.
Por tanto, mediante el juego el niño logra revivir experiencias angustiosas que hacen que se adapte mejor a la realidad porque consigue dominar aquellos acontecimientos que en su día lo dominaron a él.
En definitiva, podríamos considerar al juego como catarsis, ya que trata de resolver o dominar las situaciones dificultosas con las que el niño se va encontrando en el día a día. Esta manera de enfocar el juego despierta un gran interés entre los psiquiatras y los psicólogos clínicos.


CONCLUSIÓN
Freud comienza vinculando el juego a la expresión de los instintos, sobre todo el de placer.
Más adelante modifica su teoría y lo explica desde las experiencias reales, principalmente desde aquellas desagradables o traumáticas.
Más adelante modifica su teoría y lo explica desde las experiencias reales, principalmente desde aquellas desagradables o traumáticas.
Como los sueño, el juego infantil es expresión de otros procesos a los que no tenemos acceso.
La existencia de tal diversidad de teorías sobre el origen del juego indica claramente la complejidad del objeto de estudio, así como la repercusión que el juego ha tenido, tiene y tendrá en el futuro en las diferentes esferas de la actividad humana.
El juego revela en el hombre una manifestación de libertad. La conducta lúdica es la que permite al hombre expresar libremente su personalidad, por más que tenga que estar sujeto a una serie de normas, las cuales en ningún modo cortan dicha libertad. El individuo, al abandonarse a la realización de una actividad placentera, olvida sus tensiones y exterioriza su más profundo sentir y, en definitiva, su modo de ser, sus emociones y sentimientos más ocultos.
En el caso de los niños y niñas es una manera de poder ver aquello que por palabras les seria difícil expresar, y a través del juego si sabemos ser buenos observadores podremos el estado anímico de los más pequeños.
Hay todo un mundo por descubrir con la simple observación, algo que antes nos parecía un simple juego, ahora por nuestra parte será visto con otros ojos.

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